
Cuando era pequeña lo que mas me gustaba de los viernes era preparar la maleta para irme al pueblo con mi familia.Tenia esa edad en la que disfrutas ayudando a cocinar un pastel a tu amama,en la que los días de lluvia te quedas en casa haciendo botes de sal tintanda con tizas,en la que ves una película comiendo pipas y comiendo tres regalices es especial. Era un pueblo con muchas campas y montes alrededor y a mi tía le gustaba mucho pasear asi que era la que siempre movía a toda la familia para ir a dar paseos,pero no paseos de una hora ni dos...no mas bien eran mini excursiones.Salíamos de casa todos con ropa cómoda y calzado adecuado para el monte,buenas chamarras para no pasar frió y todos con una mochila donde llevamos algo de comida,bebida,y alguna tirita que otra. Siempre solíamos llegar asta la mitad del monte donde había unas vías que aunque no estuviesen en uso si ponías el oído cerca se podía oír como el tren se acercaba.Para llegar hasta allí había distintos caminos y no siempre cogíamos el mismo. Uno de os días fuimos a topar con una campa llena de toros.Buscamos otro camino pero no había ninguno teníamos que atravesar la campa si o si. Recuerdo que uno de mis tíos y yo íbamos de rojo.La campa la recaban unos muros de piedra por lo que nos subimos y decidimos pasar por hay,pero claro esos muros no estaban bien fijados,solo eran un montón de piedras agrupadas una encima de otras. Todos íbamos pasando poco a poco cuando un toro se acerco. Mi tía todavía estaba al otro lado!! Solo nos costo esperar os horas hasta que se fuera para que por fin mi tía pudiese volver con nosotros. La verdad que hoy en día nos reímos mucho recordando esta historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario